El cobre establece sus crímenes
en las tinieblas insepultas
cargadas de materia verde,
y en el silencio acumulado
duermen las momias destructoras.
Canto General. Pablo Neruda.
Es el mismo dolor de la tierra, solo que en el desierto el cielo no sabe llorar. El dolor que lloran las madres y viajan sus lágrimas inhertes en el gas grisú. Dolor de la tierra que hoy abraza a los hijos de este desierto.
El dolor de la tierra duele también en los rostros percudidos de los rescatistas de esperanzas. Estos que saben que con cada picotazo, con cada pala, con cada piedra se rescatan a ellos mismos. Ellos que conocen las venas de la tierra y extraen de ella la esencia del acero y de la muerte. Ellos que viajan a la entraña del ultimo sueño y que por dos mil quinientos pesos mensuales. ($230 euros) se arriegan a no despertar.
Entonces en Sabinas se puede decir adios de muchas maneras. Dices adios cuando te levantas y ves a tus hijos crecer. Dices adios cuando bailas con tu novia la noche que sea. Dices adios cuando comes en casa de tu madre. Y sabes que dices Adiós cuando vas a trabajar.
También el dolor duele de muchas maneras. Duele la esperanza que sigue respirando del rosario. Duele el pensmiento que te invita a ser real. Duele cada piedra que se quita con otras manos y duele la impotencia que nace desde adentro de este mundo.
Ellos que están tan solos como ellos. Su familia acordonada, la traición del propio aire, el llanto contenido.
¿Que podemos pedir? ¿de cuantas maneras nos puede mover esta explotación?. ¿Donde están nuestras conciencias?.
Espero que al menos nuestras conciencias resistan un día más sin aire. Espero que esos 65 hombres nos enseñen algo más. Espero que buscando en las venas de la tierra encontremos ua razón por que pelear.
Desde las montañas del noreste mexicano comunicado por las venas de mi desierto.
Fernando Todd