I.
Cuando el Diablo tocó a mi puerta
inmediatamente supe que era Él:
-- agitó las notas del piano
y mi piel se empezó a incendiar.-
El Diablo no huele a azufre...
(huele a mar).
II.
Me miró profundamente
-- a los ojos,
como para refrescarme.
Vestía de mujer,
pero como una de esas mujeres
que parecen un árbol vacío
[hueco, oscuro, frío, lúgubre].
Cuando se enteró que me sudaban las manos abiertamente me sonrió.
De pronto,
se comió un segundo para vestirse de pluma
y me pidió que la tomara.
¡Escribía tan suave!
¡Tan delicadamente como pelando una papa!
Hasta entonces no tuve miedo.
Solo me sentí en el infierno
cuando leí la sangre que el Diablo había usado por tinta...¡Era la mía!
Cada palabra
-- escrita con mis venas -
te describía a ti.
Desde entonces pacté con el Diablo.
Por eso me mude al infierno.
III.
Veintitrés minutos después
el Diablo me llamó por teléfono.
“Me tienes preocupado”-me dijo-.
El pobre cree que sufro ardiendo en el infierno.
(Pero no conoce tus ojos).
IV.
Diablo:
¿por qué te temen?
¿Por reflejo?
¿Acaso tus lenguas pueden abrazar almas que sepan a cristal?
Él,
triste, bajo la vista
y siguió caminando.
V.
El Diablo tenía hambre
y le dí de comer.
Empezó por mi páncreas,
-- pero le pareció salado.
De mis pulmones se dio un festín,
-- pero seguía hambriento.
Devoró mi estómago y mis ojos,
¡toda mi piel! ,
en tres sorbos bebió mi sangre,
con doscientas lenguas devoró mis intestinos.
Sus dientes como máquinas trozaban mis huesos.
Él pobre no se saciaba.
“Come mi corazón” –ofrecí compasivo-.
“Gracias” –dijo- .
VI.
Ya no podía contener la risa.
Molesto, me preguntó.
“Y es que a ti también te van a perdonar”-- apenas respondí.
No tuve más que contestar y seguí riendo.
VII.
Corre por las paredes,
eructa gente y ensucia almas
[con sangre de caballos.
Le encanta encajar colmillos,
y provocar dolores es su pasión.
Se disfraza de sueño de agua
y visita a las monjas vivas.
Luego se pone túnica
y oficia misas.
Es que es como un niño, le encanta jugar.
VIII.
Platícame de la guerra –pedí.
“Ok” – respondió.
IX.
Yo no le temo al Diablo.
El Diablo es como yo,
solo que con menos conciencia.
Es amigo de Sabines,
le gusta bailar
y poner a nadar al alma.
Juega al amor a veces...
(como contigo).
Nunca pensé
conocerlo a la cara...¡de veras que es tan simpático!
Yo no le temo al Diablo,
le temo más a Dios.
Y es que Dios
suele aparentarse a la gente buena,
-- y confías
-- y rezas.
En cambio, el Diablo siempre es rojo,
[incluso los jueves].
Por eso no le temo al Diablo,
por que no confío en él.
Le temo a Dios,
que me invita a confiar en el Diablo.
X.
Hoy
el Diablo amaneció de buen humor.
Cantó lumbre de montaña
mientras desayunaba.
Parecía que le murmuraba al periódico
palabras de amor en distintos tonos.
Yo ya estaba despierto,
pero no me quise levantar de la cama.
XI.
¿Preguntarás por mi? ¿Quién te dará razones?
Acaricia por mi tu entrepierna.
XII.
Vino marchita.
Ya estaba así cuando llegó.
Sus ojos dejaban escapar
su humedad apócrifa.
Escapaba ya poca luz
de sus párpados
-- dormidos.
Su cuerpo de mapa
dividía las razones,
era una Europa Oriental
perdida en el frío de una guerra
muerta.
Había vivido tanto,
se había impuesto tantas veces,
que había iluminado su aroma de todos colores.
Era una piel sabora,
(de esas de vida plena).
Fue al final una rosa.
XIII.
Diablo:
¿Dónde me escondiste?
¡Ya no quiero jugar!
XIV.
Me dejo una nota en el refrigerador:
Fui al mar,
regreso tarde.
Cuídate,
Al día siguiente amaneció agripado.
XV.
Llovía tan fuerte esa noche
que tu recuerdo me atacó a golpes constantes
sobre mi memoria aturdida.
Pero no siempre eras tú,
eran más recuerdos,
vagos unos,
dolorosos.
Te mudabas de cuerpo
y tu alma me lastimaba
en otros tiempos.
Era como uno de esos sueños raros.
Llovía muy fuerte
y las gotas de lluvia
eran gruesas como tornillos.
No me podía proteger.
Tu rostro se mutaba
y lo amaba en instantes
y lastimaba inmediatamente después.
Cada vez que me acariciabas
me llamabas por mi nombre
y mordías mis labios con ternura casi virginal.
Eras una piel
abierta, suave,
blanca, amplia, fresca.
Eras una piel sin olor
y con todos los olores.
Eras de dulce y de azúcar.
¿Qué infierno es éste, Dios mío?
XV.
Salí a caminar con el Diablo.
La noche estaba fresca,
lo que invitaba pulcramente
a la conversación.
Platicamos de todo,
que sé yo:
de fútbol,
de amigos (teníamos varios en común),
de mujeres (no se por que extraña razón
entre las mujeres de este infierno no te encontré),
de política,
las noticias de todos los días...
Platicamos,- en fin-,
de todas esas cosas
de las que platican dos buenos amigos.
XVI.
No es tan malo vivir con el Diablo.
Se vive bien. Es un espléndido anfitrión.
Generalmente de día no está,
sale a visitar a la luna,
la acaricia, le hace el amor
-- y se queda dormido.
De noche vuelve,
con sus zapatos de barro.
Se sienta sobre un cómodo sofá,
enciende su pipa
y fuma.
Cuando ríe
generalmente la tierra tiembla,
y caen sobre los campos mandarinas tiernas.
¿Qué cuándo regreso?
No sé, creo que prefiero vivir aquí.
Se vive -- ya les digo-
bastante bien.
XVII.
Encontré más gente aquí.
Médicos de lodo,
albañiles de polvo,
maestros iletrados,
vagos soñadores,
-- obreros duros,
políticos corruptores de ilusiones,
adolescentes en piel,
capellanes morbosos,
-obviamente también Abogados-.
Nadie se queja.
Tampoco allá se quejaron. / Se evaporan en sueños./ Viven ahí.
XVIII.
El Diablo es una lágrima.
Aparece cuando hay dolor.
Tratas de ocultarla,
pero brota como de un manantial
-- perdido.
Te agobia, te alenta,
no te deja pensar
pues la sientes recorrer tu cuerpo,
[ furtivamente, acribillando células,
dejándolas inhertes].
El Diablo es una lágrima,
a veces aparece también
cuando gozas
y tu gozo es de pecado.
Pero entonces eres actor,
la dejas crecer,
te envaneces
y crees de pronto
/ que caminas con Dios /
/pero en otra dirección, /
como retando.
Por eso,
el Diablo es una lágrima.
Rueda en el mundo,
[ humedece,
violenta
y sangra].
Sabe a sal
y alimenta a los camellos.
XIX.
He sentido tu presencia,
-- de alguna manera
sobretodo en el aire.
Respiro y me habitas,
(dentro bailas en mis pulmones,
juegas y ríes).
Me dueles en los ojos:
eres una luz perdida donde no hay luz.
No sé como,
pero de alguna manera he sentido aquí tu presencia
¿qué no pretendes liberar algún día mi conciencia?.
XX.
Encontré un ventana.
Desde acá,
el mundo exterior
tiene unos / raros / tonos / celestes.
XXI.
Extraño mucho tu nombre.
Cada vez que lo repetía me quedaba en la boca
un sabor a almendras.
Quisiera decirle tu nombre
a todo quien pase a mi lado:
[susurrarlo primero,
deletrearlo en mil colores,
gritarlo hacia adentro de mi,
dibujarlo en varios matices acompasados,
acariciar el sonido de las seis nubes
que llevan tu nombre a dónde esta mi alma].
El Diablo no me deja.
Escondió tu nombre en algún triste lugar de este infierno. Es un hijo de puta.
XXII.
Tengo años sin dormir. ¡Me siento tan cansado!.
Hay una cama limpia a mi disposición,
-- fresca,
-- blanca,
como de algodón o de bosque... ¡pero es tal el tormento
de cerrar los ojos y verte dentro de mi!
¡Si tan solo dejaras de sonreír algunos minutos para poder dormir!
Sueña tú sueños nuevos.
XXIII.
La muerte preguntó por mi. / La escuché escondido atrás de una puerta. / Y es que se molestó por que llegué aquí solo.
No quiere que usurpes sus funciones.
XXIV.
Hoy platicaron Dios y el Diablo.
Todos los martes juegan poker
-- y toman Vodka.
Reían tan fuerte
-- que tampoco hoy pude dormir.
XXV.
Por momentos
no encuentro tu rostro....¿cómo eres?
¿Sigues siendo un olor a campo?
¿Sigues siendo lluvia viva? ¿Tus ojos han preguntado por mí?
¿Cómo amaneció tu sonrisa esta mañana?
¿Tu piel aún es de agua?
¿Tus brazos mantienen el calor sin mí?
¿Qué hago con tantos besos que se me agolpan en mis labios buscándote?
¿Eres mar o desierto?¿Dónde flotas?
XXVI.
El Diablo se empeña en comerme, pero le da pena.
Como no se atreve Él,
me come con otras bocas que se disfrazan de saliva tibia.
Apenas alcance a gritarle: “¡Cobarde!”
XXVII.
Trascenderemos en el Amor.
Fue tanto el Amor que generamos,
que será suficiente
para que nuestro aliento
habite la tierra durante la eternidad.
Algún día,
- alguien sin propósito –
caminará por la plaza en la que no te bese,
y respirará de nuestro Amor, y
- de alguna forma –
estaremos vivos, y otra vez enamorados.
Él, va a llorar nuestros pecados,
pero también va a vivir nuestras frutas
( y las fermentará).
Cuando muera,
en su último suspiro alcanzará a escapar nuestro Amor,
que seguramente encontrará otra alma que habitar, (por siempre), dando posada etérea a nuestros besos.
XXVIII.
Vamos a sentarnos a platicar.
Así,
como dos personas que han crecido
cobijadas en arroz.
Dime donde estoy, ¿qué es realmente esto?
Aquí vives tu
-- y viven tus ojos,
aquí siento tu aliento pero yo....
/¿Dónde estoy?/
No te levantes,
¡que sabes que no te temo!.
Veme a los ojos que tu fuego ya no quema.
Diablo,
date cuenta que es mi renuncia
lo que esta sobre esta mesa,
-- y no renuncio a ti,
sino a la vida que me prometiste
y que construías sobre un triste afán de ¿apatismo?.
Al final comiste mi páncreas,
( mis pulmones y entrañas),
pero mis sueños siguen
[ tan intactos,
tan eternos],
-- que estás lejos,
muy lejos de poder pertenecerme,
-- y estoy lejos,
muy lejos de poder pertenecerte.
Adiós, viejo amigo.
-- Cuando nos veamos sonríeme.
(Regreso a buscarla).
Adiós. (Suena irónico, ¿verdad?)
FTodd / 02 ®