martes, agosto 22, 2006

De las historias del desierto.

PRIMERA ENTREGA (Y QUIZA ULTIMA) QUE HABLA DE COMO LOS GUERREROS DE LA NOCHE CONOCEN A LEOBAS ALVAREZ, A BRUNO LAGAÑAS Y DE LAS PERIPECIAS DE ESE ENCUENTRO.

Llegué llegamos a la tierra sagrada de los huicholes. A la sierra del Catorce, ubicada en el altiplano mexicano. Llegué llegamos vacios, consumidos por la rutina de la vida corporativa en busca de buscarnos, queriendo respirar el aire que de tan lento parece que no se mueve y de tan rapido parece que te respira.

No me encontré a mi, pero encontramos a Leo. Un hombre de solo once años, que llegó integrado a su caballo y abrió con su sonrisa las puertas de su casa. Nos ofreció un viaje a caballo, que cruzaría las heridas de la Sierra del Catorce hasta conducirnos a la Wirikuta, el cerro sagrado de la ultima rama azteca. Aceptamos luego de las amables preguntas y de las obvias respuestas y como hombres de negocios enmedio de los cerros, cerramos el trato sin mediar regate.

Leo bajó de su caballo (mejor conocido en el mundo equino como Bruno Lagañas), se acercó a nuestra fogata y le pedimos que comiera con nosotros. Acepto reacio acepto -es normal en hombres de negocios aceptar de esa manera las invitaciones a comer-, se sentó con nosotros y abrió latas y galletas.

Platicamos nosotros, como platican los hombres de más de veinte años y él platicó como un hombre sin edad.

En Real de Catorce ha pasado tanto tiempo que tal vez los años se cansaron de pasar y Leo en realidad es más viejo que nosotros. No sé.

El sol de medio día apenas calentaba el aire. Poco a poco Leo fue tomando confianza y sus palabras salían cada vez con más naturalidad. Tanta que por momentos fueron aguas salientes de cascadas frescas. Bruno Lagañas veía la escena a unos metros, inmutable ante las ordenes de su jinete, quien incluso era menor que él. Bruno Lagañas cumplió ya 15 años, de los cuales 12 los ha vivido en Real de 14. Cuando es temporada de turistas, Bruno viaja 2 o tres veces al cerro del quemado, por lo que puede trabajar hasta 9 horas al dia, caminando entre las piedras de los cerros. Leo camina los cerros tambien con él, mientras el turista recorre asombrado los caminos que caminan. Leo y Bruno de vez en vez, durante el camino se ven y así viendose se platican. Se ríen secretamente cuando Bruno corre más de la cuenta sin avisar y el turista con su cara pálida y fría, palidece y se enfría aún más. Son buenos amigos, como hermanos orgullosos. Leo no deja de decir que Bruno es el mejor caballo, mientras que Bruno no deja de enseñar sus dientes grandes y sucios cuando intenta sonreir al ver a Leo.

Bruno camina lento y cansado, pero veloz y bravío.

Leo y Bruno pueden ganar en un buen dia 300 pesos. Esto hablando del mejor, mejor dia. Los más días de temporada alta, tal vez sacan 200 pesos. El problema es que casi no hay temporada alta en Real de 14, que es un pueblo fantasma. La abuela de Leo vende gorditas cerca de la plaza para aprovechar las visitas hambrientas.

No se necesita ser un docto en Economía para saber que eso no completa para vivir.

No se necesita ser un Docto en Economía para saber que eso no completa para morir.

A la hora pactada viajamos cruzando el pueblo, la gente, los caminos empedrados y los de terracería, cruzamos puentes sin buenas espectativas y empezamos a caminar los cerros, las piedras y sus grietas. Aprendiendo a los caballos y las mulas que se unieron a Lagañas integrando la expedición mas osada de la que se tenga registro.

Continuara...o tal vez no.

Fernando Todd, un día en Real de Catorce.