Pues que querías que ganara Fdö!
Fabricio Aguilar y la extraña relación de su muerte con Matilde y el cobre.
Durmió menos de dos horas desde que Matilde se fue. No dormía mucho más. El sueño lo había perdido cinco años antes, aquel 2 de marzo de 1999, cuando recibió la noticia de que habían declarado muerto a Fabricio Aguilar.
Desde entonces, ese sabor a cobre llegaba religiosamente cada mañana a su boca y no se le quitaba sino hasta después de las cinco de la tarde.
El día de la muerte de Fabricio Aguilar, éste le llamó a su celular. Al no recibir respuesta entró la contestadora automática. –En este momento no puedo contestar, ya sabes que hacer. “Tuuuut”. La invitación era así de seca, como si presintiera la importancia de la información que estaba a punto de recibir.
Fue entonces cuando Fabricio lo dijo. Cada una de sus palabras se fueron desvaneciendo. Se entrecortaban. Algunas salían como si se liberaran de la carga del secreto del tiempo. Al final, la contestadora alcanzó a registrar el trabajo del revolver. “¡...Puum!”
Esa fue la misma grabación que lo sacaría de prisión años después. La misma que estuvo desaparecida durante el juicio que lo condenó y que sería recuperada cuando su abogado la recibió por paquetería, sin remitente.
Matilde jamás confesó.
Junio de 2005