I
Fue ese invierno.
La Montaña bajo en el río peinando su sombra húmeda. El Desierto besaba los silencios de la noche mientras la luna alardeaba con estrellas que titiritaban azules a lo lejos de Neruda.
El Desierto dijo: - Ella vino.
La Montaña siguió bajando con esa actitud de suficiencia.
II
El sol doraba al Desierto y cerraba la cortina del cielo. La arena ardía tanto que decidió subir al viento.
La Montaña soñaba manzanas y le preguntó al Desierto:
- ¿Bailamos?.
El Desierto tenía grietas de ausencia. No contestó. Solo absorbió las palabras con sus latidos.
III
El Desierto pensaba en la noche y buscaba la melancolía de la lluvia que no conocía. La Montaña prodigaba en el verde su color.
Solo el viento los unía.
Y esto a veces.