miércoles, mayo 20, 2009

De influenzas y otros males...

Son tiempos difíciles en las Relaciones Exteriores de nuestro país.

De esa pena ajena que ya es propia, de esa pena que no sabes identificar, menos con palabras. Como cuando tienes un desmadre en tu cuarto y llegan a visitarte. Como cuando invitas a un amigo a una fiesta que no es tuya y se pone borracho y hace de las suyas. Así.

Yo no sé, o nos dimos cuenta en que momento exacto nuestra política exterior empezó a decaer. Se que fue a partir de la llegada de Fox, pero me cuesta saber el momento exacto. No se si empezó aquella vez que, con diamantina elegancia, que incluía unas relucientes botas ¡de charol!, se presentó ante el Rey de España saludándolo con un: “Quiúbole mi rey!”. No sé si fue cuando sus metáforas Nerudianas lo llamaron a compararnos con “viles chinos”, echándose encima nada más a mil doscientos millones de personas con el apelativo. O aquella vez que dijo que los mexicanos tenemos en trabajamos en Estados Unidos en los trabajos que “ni los negros quieren hacer”. Con razón tanto desempleo ahora, ya los negros se interesan hasta en los puestos de Presidente de Estados Unidos. No nos dejan nada.

¿Sigo?.

Por que no todo fueron expresiones Foxianas, que podemos seguir enumerando. Es buena terapia un día de depresión lluviosa, se los recomiendo. Un día que sientan que se los carga el espíritu de Garrick, actor de la Inglaterra, acuérdense de Fox, yo se lo que les digo.

Pero me perdí. Me ganó la risa.

Les decía que los desatinos no solo fueron cómicos, no solo fueron frases dignas del anecdotario. Fue un cambio radical en nuestra política exterior que solo vino a dañar nuestra imagen en el extranjero. Vaya, Fox fue un estúpido con iniciativa. Un estúpido a la orden del Imperio, lo que dejo en claro en aquella cumbre del Mar del Plata donde, defendiendo al ALCA a petición de Bush, termino peleando contra los presidentes de Argentina, Brasil y Venezuela. Hoy, América Latina cuenta con el UNASUR (del que ya les conté antes), y México cada vez más aislado. No nos extrañe que es el país que menos ha crecido en América Latina en los últimos dos años, y dejemos de creernos el discurso oficial.

Este aislamiento es más marcado hoy con el tema de la influenza, que se suma al de la inseguridad y el narcotráfico.

A mis amigos extranjeros ya les tengo que prometer, bajo protesta de decir verdad, que no soy narco, ni lavo dinero, ni tengo influenza, ni muevo mis influencias, ni soy corrupto. No se que noticias les lleguen hasta Francia, España, Canadá, Alemania, Italia, Australia, Sudamérica. Ya hasta me da no se que contestarles a sus correos preguntándome como estoy. Preguntándome si traigo o no tapabocas, si alguien me ha secuestrado, si he visto balaceras. De verdad que no es difícil notar que la imagen de México esta por los suelos.

Pero a ver, déjenme hacer memoria. Cuando piensan en México, en los mexicanos, ¿que piensan?.

Un amigo cubano me decía que se le hacia extraño que yo fuera mexicano, por que no era chaparro, ni gordo. También me preguntaba con mucha preocupación y no sin pena, que si los mexicanos vivíamos con hemorroides constantemente, por que no entendía como podíamos comer tanto picante. (Tal vez solo los chaparros y gordos vivan así, yo no!).

Por otro lado, una amiga alemana me decía “indígena marrón”, y aseguraba que yo debí haber sido sacado de alguna tribu autóctona y exótica en donde probablemente nos alimentábamos del corazón de las vírgenes doncellas que nos refrescaban al ritmo de una hoja de palmera, mientras retozábamos en nuestra hamaca.

Pero no, no me refiero a la buena presencia y torneada figura que podemos o no tener, se nos veía diferente.

Se nos veía como un pueblo amigo, como gente alegre, amable. Exóticos, si, ni como ocultar nuestra excentricidad. Pero al mismo tiempo un pueblo respetuoso, solidario, abierto.

¿Que nos paso?... ¿dónde nos perdimos?.