miércoles, junio 27, 2007

30 años de soledad.

Cuando tienes 30 años la vida no es simple.

Lamento informarle lo anterior a mis lectores que naveguen confusos en sus veintes esperando el puerto de estabilidad que pudiera significar el “ser mayorcito”. Yo recuerdo que a mis 27 y previendo que el puerto deseado no se veía próximo ni tranquilo, preguntaba a mi hermana, sicóloga en ciernes, acerca de la existencia real o ficticia de algo que la ciencia conociera como Crisis de los Treintas. Ella, seguramente sin consultar las teorías de Freud ni haber leído aún su obra “Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad de neurosis de angustia", con la calma del mundo me señaló que eso no existe y que de existir, no se trataba sino de un ardid publicitario diseñado para que los jóvenes de treinta consumieran todo tipo de productos rejuvenecedores y pastillas de chiquitolina con el fin mediato de atenuar los efectos de la edad. Con esa definición de jueves en la tarde seguí yo tranquilo con rumbo a los treinta, a sabiendas que yo nunca caería en la trampa que el neoliberalismo ponía a mi paso.

No les tengo que decir que desde que tengo treinta el omeoprazol se volvió parte de mi cotidianidad, hago la dieta de los puntos, tomo Modelo Light por aquello de la pancita cervecera, me baño con jabón de avena y la cara me la lavo con un gel especial, uso espuma de afeitar mentolada, navajas de triple acción con resorte y reviso las calorías de los yoghurts. Doy pena.

Solo les puedo aconsejar que nadie vaya a consulta con mi hermana (o bueno, por lo menos hasta dentro de ocho años que ella cumpla 30 y sepa de lo que hablo).

A los treinta nos encontramos entonces en esa delgada línea que divide lo que fue de lo que será (dirían los Enanitos Verdes). Parece fácil, se ve muy fácil, pero es difícil en realidad. Eso sonó al Tri, mejor apago este CD de Rock en tu Idioma antes de seguir escribiendo.

Les decía que los treinta te presentan retos para los cuales no te preparaste en los veintes. Bueno, no me preparé yo, por que veo con gusto y con un poco de incredulidad que hay gente que si se prepara para este choque emocional. Pero si no estas listo es un desgarre, es una noche de lluvia, es afrontar la paranoia. Te encuentras con que hay muchos caminos que seguir y que debes de elegir bien y rápido. El margen de error se cierra de tal forma que sientes que es nulo y aprendes a vivir de la mano de las dudas. Lo peor es si ante la duda no actúas. Hay que estar bien concientes que siempre la duda será tu mejor escenario para interpretarte a ti mismo con una frase que vaya más allá de un "Oh, I am a fortune´s fool!" Shakespeareano. O para decir lo mismo en términos taurinos, hay que agarrar el toro por los cuernos, aún con el riesgo de una cogida. (Auch! que trate de aligerar el albur).

Para colmo llueve hoy en las montañas del noreste mexicano. Los hijos del desierto no nos acostumbramos ni en treinta años a la lluvia. Alguna vez conocí el mar y me perdí en su vientre y volví a nacer como un ser de agua, pero no de lluvia. No de nubes, soy solar.

Alguna vez en algún lugar leí que alguien dijo que toda decisión implica una elección. Que solo sabrás que elegiste bien si la alegría por lo que escoges es mayor al dolor por lo que dejas. Ese es todo mi parámetro para buscar alegrías y controlar dolores. Mi vida ha sido la búsqueda constante de elecciones y muchas han sido dolorosas pero de todas me he enamorado. No deja de dolerme estar lejos de casa, ni sembrar y crecer amigos que dejo en el camino. Me consuela que he querido en 5 idiomas y espero seguir queriendo.

No he caminado más que nadie, solo he intentado no detenerme. Incluso aquellas veces en que he permanecido inmóvil me he dejado llevar por el movimiento de la tierra. El viento y los años te ayudan a caminar, pero no te ayudan a dejar atrás los sueños y las dolencias. Me gustaría colgar los dolores al sol y dejar que se agrieten hasta perderse en el desierto. Pero como no he podido seguiré cargando mis karmas con la misma dignidad con los que los cargaría Marga López. Espero lograr un día ser un buen budista para concienciar que solo soy energía que fluye y no cargar con pasados buenos ni malos y ser responsable solo de mis actos.

Les dejo un abrazo desde las nubladas montañas del noreste mexicano.

Fernando