lunes, abril 14, 2008

Ate con queso

¡Que sentido tan fino de la ironia tiene la vida!.

Y como los circulos viajan y llegan cada fin de semana con la amenaza de cerrarse y con la promesa de volver a abrirse, este domingo de Abril llegó con el aniversario 33 de la boda de mis padres, origen tangible de Brenda, Rodrigo e Issac y el mismo domingo trajo la ceremonia en que recordamos que mi abuela se fue hace un año.

Estas misteriosas conjugaciones solo se dan en Abril. Estas y otras que son más misteriosas y que intentan colar aniversarios y cumpleaños.

Sonrio, conste.

Yo lo único que pido son dos cosas, a saber: la primera, que aunque mis papás no usen sus anillos de bodas los conserven, y que el próximo año no hayan misas ni aglomeraciones de inciensos para mi abuela.

Más aún, propongo que el próximo año nos juntemos (lejos de misas, hipocrecias y fariseos) a comer ate con queso.

Que nadie se persine ese día, mejor nos sentamos a pasarnos un recipiente con azafrán mientras recordamos que para hacer una paella completa, basta con un pellizco de azafrán.

Propongo enérgicamente que ese día nos escondamos todos a fumar.

Y es que mi abuela siempre fue un plato de ate con queso, un constante pellizco de azafrán y no es necesario comulgar, el humo siempre nos encontrará con ella.

Y para terminar declaro tajante: Cuando yo muera, no sufran en una iglesia por mi culpa. Mejor juntense en una plaza. Lleven una batucada, gente que baile con bolas de fuego, un cantaor flamenco, que baile Itziar, fumen cigarros cubanos, papitas caseras con limón y salsa valentina y echense unas Victorias. En fin, pasenla bien.

Si me entero que me llevaron a misa, de puro coraje me ire al infierno. Carguen con eso en su ya de por si cochina conciencia.